
Venía sobrado, hablando con esa seguridad típica de los que repiten consignas de memoria. Aseguraba que “la gente está contenta porque por fin tenemos un presidente que nos dice la verdad”. Todo iba bien… hasta que le preguntaron por qué entonces habían perdido en la Provincia. La cara se le desarmó y el silencio lo dijo todo.
El libertario intentó improvisar algo, pero solo alcanzó a encogerse de hombros. En segundos pasó de defensor acérrimo a espectador confundido. Es que una cosa es repetir el libreto, y otra muy distinta es sostenerlo cuando la realidad lo contradice frente a todos.
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