Mirtha, sin vueltas y con ese tono que corta el aire, puso sobre la mesa lo que muchos callaron durante la pandemia. Le recordó a Fabiola que mientras miles no podían despedir a sus seres queridos, ella misma no pudo abrazar a su hermana por última vez. El comentario cayó como un baldazo de hielo y dejó a la ex primera dama sin margen para escapar, atrapada entre las cámaras, el silencio y una verdad incómoda.
Fabiola buscó una salida elegante, pero no había manera. Ni sonrisa, ni chiste, ni guiño televisivo: nada funcionaba frente a la dureza del recuerdo que Mirtha acababa de soltar. La tensión fue tan evidente que por un momento todo el estudio parecía contener la respiración. Y ahí, en ese instante, la conversación dejó de ser una charla de televisión para transformarse en un pase de factura histórico, cargado de memoria, dolor y un clima que sólo puede entenderse viendo el momento exacto en el que todo se quiebra.
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