Eduardo Feinmann volvió a demostrar que el periodismo militante puede tocar fondos que parecían imposibles. Esta vez, la situación fue tan grotesca que ni los propios compañeros de estudio sabían cómo reaccionar cuando lo vieron leer al aire un comunicado completamente falso, convencido de que estaba ante el anuncio histórico que esperaba desde hacía décadas.
No exagero: jamás se vio un papelón así en la televisión argentina.Lo más impresionante no es solo que haya caído en algo tan burdo, sino la fe ciega con la que lo leyó, como si por arte de magia el Reino Unido estuviera entregando las Malvinas después de ver un par de tuits libertarios.

