
Desde bien entrada la madrugada, las colas en las puertas de los bancos se extienden por varias cuadras. Personas de todas las edades, abrigadas, con termos y caras de preocupación, esperan su turno para retirar dólares. “Desesperados, no sabemos qué va a pasar mañana”, dice un hombre con voz temblorosa, reflejando el sentimiento generalizado de incertidumbre. La escena se repite en distintas ciudades del país y pone en evidencia una desconfianza creciente en el sistema financiero.
Entre murmullos y quejas, muchos aseguran que temen una nueva restricción o directamente la imposibilidad de acceder a sus ahorros. En medio del caos económico, la gente corre detrás del billete verde como si se tratara de un salvavidas en un mar cada vez más turbulento.