
En una nueva puesta en escena por cadena nacional, el presidente Javier Milei aseguró que, gracias al acuerdo con el Fondo Monetario Internacional, el dólar podría llegar a los 650 pesos. El anuncio fue presentado como una supuesta “señal de confianza” para los mercados, pero en los hechos no se trata más que de una promesa inconsistente que choca con la realidad cotidiana.
El presidente hizo referencia a un cálculo técnico basado en la cantidad de pesos emitidos y las reservas del Banco Central. Según su relato, si se retirara toda la base monetaria en circulación, el tipo de cambio resultante sería de 650 pesos. Sin embargo, esto no implica que el valor del dólar vaya a bajar a ese nivel. De hecho, las condiciones actuales del mercado, las restricciones cambiarias aún vigentes y la situación socioeconómica del país hacen que esa cifra resulte absolutamente ficticia.
Mientras tanto, el dólar paralelo continúa su marcha ascendente, los precios en góndola no frenan y la promesa de estabilidad sigue siendo eso: una promesa. En los barrios y en la calle, la gente no compra dólares “contables”, compra lo que puede para comer y sobrevivir.
Lo que Milei presentó como un logro, en realidad es una estrategia discursiva para tapar la crisis. El país sigue dependiendo de préstamos externos, la deuda no para de crecer y la vida de los argentinos es cada vez más cara.
Una vez más, el gobierno se refugia en números dibujados para justificar un modelo que excluye, ajusta y castiga a los sectores populares. Porque más allá de lo que diga Milei en televisión, el precio del dólar real lo define la economía de verdad: la que sentimos todos los días en el bolsillo.
