Lo que dijo Fantino no pasó desapercibido ni para los más distraídos. En plena editorial, tiró una línea cargada de veneno que deja a Bullrich parada en un lugar incómodo, como si estuviera tanteando los límites del poder y midiendo fuerzas dentro del propio gobierno del Mamerto de Milei. Fantino jamás mueve la boca sin que alguien le marque el compás, y esta vez lo dejaron jugar fuerte: lo suficiente como para que el mensaje llegue donde tiene que llegar y genere ruido en cada despacho oficial.
La sensación que quedó flotando es que dentro del círculo libertario ya no reina la paz que venden en redes. Hay roces, hay pases de factura y hay quienes sospechan que Bullrich está jugando su propio partido mientras el mileísmo intenta apagar incendios por todos lados. Fantino lo dejó servido en bandeja: una señal, un aviso o una advertencia velada que deja demasiadas preguntas en el aire. Y para entender la magnitud de lo que insinuó, tenés que ver el momento exacto en el que se le escapa todo al aire.
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